Cuando era pequeña, mis papás me inculcaron el amor a la lectura, a los libros, a la academia. Tuve suerte. Ambos eran catedráticos. Con mi papá hablábamos de los problemas del mundo porque era sociólogo. Con él sostuve largas conversaciones cuando estalló el Challenger, el cohete aeroespacial de la NASA, sobre los Etruscos y sus invenciones en el arte y el lenguaje, sobre como Estados Unidos invadió Panamá y apresó a Manuel Noriega y otros eventos mundiales. Mi papá falleció hace años, pero siempre le agradeceré el haberme enseñado el amor por los libros.
Con mi mamá, nuestras conversaciones iban más por el lado de la flora y la fauna ya que ella es bióloga. Mis tardes las pasaba haciendo deberes en el zoológico nacional después que se convirtió en la primera mujer directora del parque. Me hablaba de Darwin, me llevaba a la Barra de Santiago a observar a las tortugas marinas para su tesis y me atormentaba con las culebras que llevaba a la casa para cuidarlas porque estaban enfermas.
Crecí con un afecto inmediato y seguro hacia a la academia, por eso no es raro que desarrollé un amor especial por los estudios y la universidad. Elegí estudiar en UCLA, en los Estados Unidos, porque siempre me importó la calidad de la educación. Hice mi licenciatura, maestría y ahora me encuentro ponderando terminar el doctorado con la intención de dedicarme a escribir cuando me jubile.
No obstante, tenemos que reconocer que el mundo ha cambiado.
El estudiar una licenciatura en El Salvador implica 5 años. Si trabajas, completarás tus estudios en más tiempo. A eso se le añade el factor social de la edad: donde algunos empleadores no contratan si tienes más de 35 años, lo cual se me hace ridículo.
Si quieres estudiar la maestría, son por lo menos dos años más. En el país, no tenemos una gran selección de maestrías o mucho menos doctorados.
Encima de eso, nuestras universidades no puntean a nivel Centroamericano, mucho menos Latinoamericano. Eso nos resta competitividad global, es decir, no poseemos educación de calidad que pueda prepararnos a nivel mundial para generar más ingresos. Duele, pero es la realidad.
Entonces, qué podemos hacer para ser competitivos en éste mundo tecnológico?
Debemos de enfocarnos en las carreras del futuro: Inteligencia Artificial, Realidad Aumentada, Robótica, Criptomonedas, Blockchain – y estudiarlas en sitios como Platzi y otras plataformas que te prepararan de manera certera y más rápida.
Créame, amo la academia, pero sería ciega si no me doy cuenta de lo que está sucediendo en el mundo: las carreras se están acortando y las grandes empresas buscan “skills”, no un doctorado.
Comparto ésta información con aquellos que se encuentran en esa disyuntiva, que aún no se han graduado o que están por comenzar sus estudios. Los que ya estudiamos necesitamos ver como adaptamos nuestros conocimiento, independientemente si es en algún campo tradicional, a la tecnología, a lo digital.
Si no nos adaptamos, corremos el riesgo de quedar rezagados, generar menos ingresos y simplemente, vivir en el pasado.
Hagamos Más. Pensemos Más.
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